Esta serie se creo para presentarse en un concurso fotográfico relacionada con la salud, donde mi propuesta aunque no fue premiada ocupo un segundo lugar y fue bien considerada por la comparativa visual que planteaba. Gracias por su valoración.
Dos paisajes opuestos sobre una misma bandeja . Los plátanos, curvos y vivos, aún respiran sol y tiempo. Lo congelado guarda silencio, suspendido en su pasado, fría memoria de lo que fue. Uno madura con paciencia, el otro se conserva por miedo a la pérdida. Ambos alimentan, pero solo uno está aún lleno de vida.
“La naturaleza es el médico de los enfermos.”
— Hipócrates
Dos copas, una claridad que no oculta nada, otra oscura como un secreto dulce. El agua es silencio que nutre, pureza sin artificio. La otra, brillo tentador, canto de sirena en burbujas. Una sacia y limpia; la otra estimula y exige. En la elección, un gesto cotidiano que dibuja el destino del cuerpo:lo que parece simple sostiene, lo que parece festivo desgasta.
“La salud no lo es todo, pero sin ella todo lo demás es nada.”
— Arthur Schopenhauer
Dos rostros del mismo pan se presentan ante la mañana. Una, dorada como caricia de sol; la otra, oscura, marcada por el exceso de fuego. Ambas atravesadas por la misma luz, pero sólo una la refleja con gratitud. El cristal deja entrar el día, pero no puede corregir el descuido. En lo simple, también arde la elección: ni lo crudo ni lo quemado… sólo el justo calor que despierta sin dañar.
“La moderación es el alma de todo equilibrio.”
— Pitágoras
Dos montañas se alzan como promesas opuestas: una, de cartón, nombres impronunciables y químicos encapsulados; la otra, de vida, color y raíces que aún huelen a tierra. La primera intenta reparar lo que la segunda previene. Una te sostiene tras la caída, la otra te enseña a caminar con fuerza. Ambas hablan del cuerpo, pero solo una lo escucha desde antes. Es cuestión de sembrar salud o recolectar remedios.
“Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina.”
— Hipócrates
Desde arriba, parecen iguales: doradas, crujientes, tentadoras. Pero una nació del sol y la tierra; la otra, del artificio y el exceso. Una guarda en su piel la memoria del campo; la otra, la huella del envase. No es solo una elección de sabor, sino de destino: comer lo fácil o nutrirse de lo real. A veces, la salud no se ve… pero se recuerda en el cuerpo como el eco de una siembra o una renuncia.
"Somos lo que comemos."
— Ludwig Feuerbach