Al inclinarlo, el círculo se transforma ante nuestros ojos: lo que era perfecto y familiar se revela como una elipse inesperada. Así, la perspectiva modifica la esencia de lo que vemos, recordándonos que la realidad depende del lugar desde donde la observamos.
“Ya que no podemos cambiar la realidad, cambiemos los ojos que ven la realidad.”
— Nikos Kazantzakis