Cinco actos para un corazón

Un gesto furtivo, una risa robada: así comienza el juego del deseo. Se cruzan las miradas como hojas al viento, sin saber aún si es el comienzo de algo o sólo un eco pasajero. El coqueteo es un puente colgante entre dos abismos que no se conocen.

Llega la pasión como un incendio sin mapa. Cuerpos que se buscan a ciegas, urgentes, desenfocados, expuestos y escondidos al mismo tiempo. Todo es piel, todo es vértigo. El mundo puede mirar, pero nadie entiende.

Luego, el silencio. La primera grieta. Ya no se sabe qué duele más: si lo que se dijo, o lo que no. La distancia crece como maleza entre dos casas cercanas. Algo se rompe, pero aún no se nombra.

La lucha es sorda. Una cuerda tensa donde nadie quiere soltar. Las palabras son armas, la ternura se esconde. No hay tregua ni rendición: sólo orgullo, ruido, sombras.

Y entonces, la ruptura. Se cae el telón. Ya no quedan gestos, ni promesas, ni pactos. Pero la vida —terca y absurda— sigue. Con cicatrices nuevas, con espías del pasado en cada gesto, con risas ajenas que empiezan a sonar propias. Y con hilos finos, invisibles, que aún tiran de lo que fue.

"Amamos, ardemos, nos rompemos… y aún así, buscamos otra chispa entre las cenizas."

--Anonimo

"Cinco actos para un corazón"
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Desilusión
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